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domingo, 4 de agosto de 2013

LA FALTA A LA VERDAD, ABRE EL CAMINO A LOS CORRUPTOS

Esto escribía en 1997 el jurista Alejandro Nieto, referente intelectual y ético contra la corrupción: “Los ciudadanos no pueden tener confianza alguna en organizaciones que falsifican su documentación, defraudan a Hacienda, profesan cotidianamente el tráfico de influencias, juegan sucio, cultivan la mentira, practican la hipocresía y la arrogancia, comen a dos carrillos, tiran la piedra, esconden la mano y, cuando sorprendidos con los dedos en la masa se ven acorralados, no tienen mejores argumentos de defensa que imprecaciones propias de patio de vecindad al estilo de “peor eres tú” y “mira quién va a hablar”,  sin que la situación haya cambiado.

No cambiará mientras el único muro de contención sea el de unas decenas de jueces y fiscales valientes, con escasos medios personales y materiales, en instrucciones que duran más de cinco años. Casos complejos, de decenas de volúmenes, con miles de folios, que exigen conocimientos financieros, urbanísticos, administrativos con escasísimos personal de apoyo en los Juzgados de Instrucción locales. Y claro, sabiendo esto los tipejos de la corrupción, lo utilizan porque el tiempo muchas veces corre a su favor, y en algunos casos, prescriben los hechos cometidos.

Así decía el magistrado Jose Ignacio Pérez Villamil, uno de los que juzga a los políticos aforados en el Tribunal Superior de Justicia de Asturias, y que considera que la clase política goza de privilegios inaceptables y lamenta que no todos seamos iguales ante la ley. Y llega a decir más, como ciudadano confiesa que es un indignado más. El es uno de los fundadores de la asociación Jueces para la Democracia, y termina diciendo “No somos iguales ante la ley, el primero el Rey”.(Entrevista de Dani Ripa y Xuan Cándano). Por eso la ciudadanía también tiene la percepción de que los corruptos quedan impunes, así queda demostrado con el discurso del Presidente del Gobierno hace unos días en el Senado, cuando no es capaz de contestar a las preguntas que se le hacían, ¿será miedo a destapar la mierda escondida? ¿Habrá algo que ocultar? Y, si no es así, por que se calla. Decía una madre a la que a su hijo habían condenado por asesinato: sé que es muy duro para una madre que está llena de recuerdos y emociones de las vivencias de su hijo, pero entiende que en honor a la justicia debe ser castigado, porque la vida vale más que unos sentimientos aunque sean verdaderos.

Parece ser, que la financiación de los partidos es la madre de la corrupción. Hay una falta clara de transparencia, con Filesa, Gurtel, el caso Noos, etc. La historia nos demuestra que seguimos con los mismos errores de antaño, entramos en la democracia sin ser demócratas, y por eso me asombro cada día cuando los medios de comunicación Tv, radio y periódicos, veo las respuestas de nuestros políticos ante este tipo de actitudes. Algo está fallando. No nos damos cuenta que la ciudadanía se está hartando de este tipo de conductas, y no nos extrañemos el día que salten a las calles como en Egipto y países de su entorno. Y ya no habrá marcha atrás. Pagaremos las consecuencias de esta mal hacer. Por eso los ciudadanos están cada vez más lejos de la clase política.

Algo parecido está sucediendo en la Iglesia Católica, ha llegado un Papa que intenta poner cierto orden en el interior de la misma, y ya están diciendo la curia ultraconservadora que se ha puesto a temblar porque peligran sus poderes y percepciones (ellos también han evadido dinero a los paraísos fiscales). Se ponen al descubierto los trapicheos económicos del Banco Vaticano (el Instituto para las obras de Religión).
 Me comentaba un amigo que algunos de los que habían recibido sobresueldos del tipo B, están añadiendo nuevos datos a la declaración de la renta que habían hecho, para que no lo descubrieran (quien no corre vuela).

Este es el malestar de una sociedad que sufre por la insolidaridad de unos corruptos (los donantes y los que recibieron las donaciones). Un pueblo que cada día su sufrimiento es mayor y que está al borde de la desesperación.

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