Un familiar lejano que lleva postrado en cama más 35 años,
me envía un documento del Publimetro, Edición Peru (13 de febrero de 2013),
donde me habla del Presidente de Uruguay Pepe Mújica (como se le conoce en su
país), y que se puede decir que es el presidente más humilde del mundo.
Ojalá nuestros políticos y presidente del Gobierno
aprendan, y puedan contestar cuando un ciudadano le pregunte cuando ganas,
tengo la generosidad y la humildad de decir la verdad sin sonrojarse.
A raíz de un
artículo del diario conservador ABC de Madrid, titulado “Mújica
el Presidente más pobre” he tenido más noticias del buen hacer de
una persona que al ser elegida como Presidente de Uruguay, ha
rechazado todos los privilegios inherentes a su cargo y se ha
dedicado en cuerpo y alma a servir a su pueblo, desde la sencillez y humildad
con la que se ha caracterizado toda su vida.
Gratifica el ejemplo que está
dando este hombre, más bien diría “Santo hombre”, para vergüenza de la
mayoría de políticos a nivel mundial y en especial de los incapaces y corruptos
que tenemos en casa.
Disfruten de
esta noticia y de la respuesta que dio a la misma e imagínense las
acciones que podríamos emprender para solucionar nuestra “crisis”. Con
soluciones a lo Pepe Mújica, no estaríamos en crisis por dos motivos: Uno,
porque los políticos tendrían que vivir con muy poco. Y dos, porque
nosotros el pueblo también sabríamos o deberíamos vivir con menos.
La Nota de ABC dice lo siguiente:
Vive en su chacra de las afueras de
Montevideo, en Rincón del Cerro, tal como había prometido. Lo rodea su esposa,
la senadora Lucía Topolansky, la inseparable perra Manuela –nada de raza, nada
de abolengo canino-, sus cultivos y mucho verde. Eligió para quedarse el lugar
en el mundo que encontró hace años y le atrapó.
Desde allí dona a fondos de ayuda
social un 90% de su salario, establecido en unos 12.500 dólares americanos.
Cada mes, ‘Pepe’ Mujica recibe 250.000 pesos por su tarea como Presidente del
Uruguay y Comandante en Jefe, pero de allí sólo rescata para su manutención
mensual unos 20.000 pesos. El resto se distribuye desde el Fondo Raúl Sendic,
que administra su fuerza política, el Movimiento de Participación Popular, que
ayuda a emprendimientos productivos hasta simples colaboraciones, y ONG que
colaboran con viviendas. Dice a los cuatro vientos que “con ese dinero me
alcanza, y me tiene que alcanzar porque hay otros uruguayos que viven con mucho
menos”.
Es el mismo que propone donar las
jubilaciones presidenciales –esas astronómicas cifras que permanecen cobrando
los ex presidentes constitucionales del país- y el mismo que utiliza un simple
Chevrolet Corsa como vehículo de transporte oficial. A muchos años de la moto
Vespa que utilizó para llegar al Parlamento a la salida de la dictadura, ya
ungido como diputado, Mujica ha mantenido su perfil. Más acicalado que en
épocas de proselitismo político, igualmente el protocolo es algo bien alejado
de sus intenciones habituales.
El último ejemplo lo ubicó en la
ferretería del barrio Paso de la Arena, hacia donde fue para adquirir una tapa
para inodoro. Compró lo que iba a comprar, y acto seguido aceptó una invitación
informal de los jóvenes de la zona, nucleados en el humilde club de fútbol
Huracán. Sin seguridad, sin eufemismos, Mujica brindó una sencilla charla de
aliento a los futbolistas que participan en el torneo de la Segunda División
Profesional… aferrado a la tapa del inodoro recién adquirida.
De repente un Volkswagen Fusca,
celeste, muy bien conservado, llegó a estacionarse frente al gimnasio del club.
De alpargatas, con equipo deportivo, el Presidente dedicó varios minutos a los
jóvenes deportistas, y prometió mayor atención a la institución además de
convenir en “comer un asadito si el club asciende a Primera”. Se sacó fotos,
aceptó fotos, concedió abrazos y se fue con el aplauso de todos, abrazado a su
perra Manuela que a estas alturas del mandato ya entiende de absolutamente
todos los temas.
Ya de regreso a su chacra –esa finca
que a lo lejos es custodiada por efímeras fuerzas policiales aceptadas a
regañadientes por el mandatario uruguayo- Mujica continúa con su día. Revisa la
tierra, mientras declara su auto VW Fusca como único patrimonio, valorado en
1.945 dólares.
De acuerdo a la última
declaración jurada que presentó a la Junta de Transparencia y Ética Pública,
Mujica sólo es dueño de este coche, mientras la chacra figura a nombre de la
primera dama y senadora Topolansky, la cual también dona parte de su salario.
Sin cuentas bancarias, sin deudas, el hombre dice dormir tranquilo, y asegura
que espera culminar su mandato para descansar, más tranquilo aún, en su chacra
de Rincón del Cerro.
Cuando el presidente
Mujica fue consultado por los medios acerca de esta nota, esto fue lo que
contestó:
“Yo no soy pobre, pobres son los
que creen que yo soy pobre. Tengo pocas cosas, es cierto, las mínimas, pero
solo para poder ser rico. Quiero tener tiempo para dedicarlo a las cosas que me
motivan. Y si tuviera muchas cosas tendría que ocuparme de atenderlas y no
podría hacer lo que realmente me gusta. Esa es la verdadera libertad, la
austeridad, el consumir poco.
La casa pequeña, para poder
dedicar el tiempo a lo que verdaderamente disfruto. Si no, tendría que tener
una empleada y ya tendría una interventora dentro de la casa. Y si tengo muchas
cosas me tengo que dedicar a cuidarlas para que no me las lleven. No, con tres
piecitas me alcanza. Les pasamos la escoba entre la vieja y yo y ya, se acabó. Entonces
sí tenemos tiempo para lo que realmente nos entusiasma. No somos pobres”.
Ojala aprendamos de una puñetera
vez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario