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sábado, 9 de febrero de 2013

EL TEATRO DE LA SUPERVIVENCIA

Hoy por fin en un desaire propio del Alcalde de Alhaurin de la Torre, sabemos todos los ciudadanos que él es “más de izquierdas que cualquiera”; por fin tenemos un nuevo partido político encabezado por él y seguidos por sus compañeros de viaje; increíble, pero cierto; esto ha sucedido hoy en el Pleno del Ayuntamiento.
Por eso mismo me ido directo la Enciclopedia para ver como se define la palabra “teatro” porque es el último eslabón de la supervivencia; se define teatro (del griego 'lugar para contemplar') a la rama del arte escénico relacionada con la actuación, que representa historias frente a una audiencia usando una combinación de discurso, gestos, escenografía, música, sonido y espectáculo. Es también el género literario que comprende las obras concebidas para un escenario, ante un público.
Y claro como no quiero confundirme con los diversos personajes de la vida teatral, os dejo una carta de un amigo y compañero de la Facultad (Antonio Porras), en la que coincidimos en la búsqueda de ese señor político honrado, y nos está costando mucho encontrarle en medio de esta corrupción:
Estimado señor político honrado y, previsiblemente, amigo: Permítame que me dirija a usted desde este medio, pues no sé muy bien donde vive, donde está y como hacerle llegar este carta. Aunque estoy convencido de que usted existe, a pesar de todo lo que se dice, del alejamiento del pueblo de la clase política, de su mala fama y el sin fin de vilezas que han cometido, y siguen cometiendo, sus colegas. Creo sinceramente que usted ha de encontrarse en algún lugar de este país. Seguro que su vocación es de servicio a la ciudadanía, su motivación la justicia social y su deseo ejercer por delegación la soberanía popular. Quiero pensar que es usted un adalid de la democracia que tanto nos costó traer a los de nuestra generación, aunque con las limitaciones de aquel parto forzado, en un pacto de conveniencia, que permitió salir de rositas a los adeptos al viejo régimen y facultó a sus hijos ideológicos para ocupar la derecha política del país, bajo el lema “pelillos a la mar” y todo queda igual, incluso los muertos en sus cunetas.
Claro que como no sé dónde está, me voy a permitir pedirle algunas cosillas de poca monta con la esperanza e ilusión, espero que no ilusa, de conseguir que me lea. Yo sé que es difícil, para los que se han acomodado en la poltrona, hacer saltar su conciencia acomodaticia para defender la democracia y la decencia del político, pues han pervertido el oficio hasta desprenderlo de la dignidad sublime de tan bella profesión, que le debería convertir en paladín de la justicia social y en el defensor a ultranza de los derechos de la ciudadanía en un sistema democrático moderno.
Pues bien, me gustaría, si no le es mucha molestia, que diera usted la cara, que se convirtiera en defensor de la honorabilidad de su clase política, que denunciara y recriminara los atropellos que se dan por parte de sus colegas, la corrupción, la insidia, la falsedad y la engañifa que nos presentan sus camaradas, que luchara para apartar de la actividad política a las manzanas podridas que acabarán pudriendo todo el cesto. Nosotros estamos desarmados y nuestro voto, que es el arma y el poder que le damos a usted para que nos represente, no vale nada si no es bien usado en defensa de quien lo emite, del pueblo soberano.  A usted se le eligió para legislar y, a través de ello, conseguir que la justicia imperara. También se le otorgó poder para gestionar la cosa pública. Dedíquese a ello, a reclamar que se cumplan esas leyes, que sean efectivas y no burladas por los espabilados de las altas esferas y sufridas, inexorablemente, sin paliativo alguno, por las clases trabajadoras. Haga una ley justa, en beneficios de la comunidad en general y no de unos cuantos. Emplee el sentido común, la lógica más simple para ver con claridad el eje principal de las cosas.
El Estado está para servir al ciudadano desde la implicación de este, y todos sus miembros, en su desarrollo y actuación. Usted, como gestor del mismo es el responsable de que la ciudadanía se encuentre a gusto en ese marco. No me venga luego diciendo que algunos se quieren ir y renunciar a la españolidad, cuando ustedes van sembrando el desafecto. Esta especie de disociación entre la ciudadanía y sus representantes solo puede llevar al caos, al descontento y a la muerte paulatina del sistema democrático, al no alimentarlo desde la confianza entre el representante y el representado, así como a la desmembración de un Estado donde reina el descontento. Créame, la mayoría de la ciudadanía está convencida de que su clase política está repleta de mediocridades apoltronadas y de espabilados que practican el nepotismo y el abuso de poder en beneficio propio, carentes de ideales y de compromiso social.

Por tanto, me atrevo a solicitarle estas diez cosillas, que:
1.     Dé la cara e identifíquese como político honrado. Porque usted existe… ¿verdad? Queremos verlo y conocerlo.
2.     Denuncie y luche contra los corruptos, especialmente sin son de su propio partido.
3.     Alíese con el pueblo pisoteado y maltratado.
4.     Condene los abusos del dinero, la banca y la especulación financiera.
5.     Evidencie la tramoya, maquinación, tejemaneje y componenda que estamos observando.
6.     Luche por limpiar la imagen del ejercicio político y de la democracia real.
7.     Dé ejemplo de honradez, de sentido común, con su intachable proceder y su mente abierta.
8.     Sea digno de nuestra confianza para poder creer en algo que sustente el sistema democrático y sentirnos representados.
9.     No nos engañe con la retórica cínica que nos trata como a niños y díganos la verdad para que podamos entender sus actos y corresponsabilizarnos.
10.  Deje la mediocridad y abrace el idealismo humanista que le haga un verdadero líder que aglutine los intereses de la ciudadanía. Sea el adalid de la justicia y la democracia real.

Ya sabe, o ellos o nosotros. Pueden ser los dos, ¿por qué no? Pero siempre el Estado al servicio de la ciudadanía, el ser humano antes que el dinero. No sé si seré incauto cuando espero de usted tantas cosas que entiendo son su verdadera función... Mi fe en la política merece ser rescatada, porque la política es necesaria e inevitable, pero solo la buena política crea adeptos, ciudadanos ejemplares y solidarios, convencidos de que los problemas se resuelven entre todos, codo con codo, cuando hay justicia y compromiso social. Señor político honrado, si existe, SALGA DE SU ESCONDRIJO…

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